La secuela se toma el privilegio de hacerse un auto homenaje, y no se toma en serio, pero respeta la calidad en secuencias de acción.
[dropcap type=”square” color=”blue” background=”COLOR” ]T[/dropcap]ras una persecución-tiroteo para recuperar su auto, John Wick (Keanu Reeves) aparece acompañado de su mascota disfrutando de una tranquila vida retirado de las armas. Lamentablemente, este nuevo estilo de vida le dura muy poco tiempo, pues Santino D´Antonio (Riccardo Scamarcio) aparece en su vida para cobrarle un favor pendiente: Asesinar a su hermana Gianna D´Antonio (Claudia Gerini), quien será sucesora del mando de la mafia italiana. La rivalidad entre hermanos desata una persecución que sólo terminará cuando uno de los dos hermanos esté desaparecido, y el otro tome el control de la mafia.
Aunque en John Wick 2 se respeta una línea de secuencias bien ejecutadas como en su predecesora -incluso se nota una producción más elaborada y ambiciosa-, tiene un enorme error de guion y dirección. Desde el móvil para la misión del mercenario, hasta el desarrollo del cumplimento de esta, hay diálogos tan flojos que desconectan al espectador con la historia e incluso, pierde respeto por sí misma, anclándose de las buenas coreografías en secuencias de acción, pero que, llega un punto donde es imposible mantener unida la historia. Además, tiene pequeños errores de escena que no se perdonan cuando su apuesta más grande es precisamente, esas escenas de acción.
La preparación de Keanu Reeves para el personaje es notoria, tanto en artes marciales como en entrenamiento de armas, por el contrario Scamarcio es un villano vació, plano y caprichudo, sin embargo, puede haber más culpa en el desarrollo del personaje que en la interpretación actoral.
Si estás esperando revivir la sangrienta John Wick de 2014, encontrarás muchas referencias y estarás satisfechx con los eficientes tiroteos y peleas, pero esta entrega queda muy por debajo en tema narrativo.
