Clint Eastwood está de regreso con La mula, dirigiéndose a sí mismo y dejándonos claro que aún puede llenar la pantalla grade.
La mula es el último trabajo de Clint Eastwood, dónde retoma la actuación con un protagónico que le ha quedado como anillo al dedo.
En este filme Clint interpreta a Earl Stone, un veterano de guerra, dedicado a la horticultura, apasionado de su trabajo, muy querido por sus amigos y colegas, pero no así por su familia, con quienes tiene una difícil relación, después de ausentarse como padre y esposo en los momentos importantes más para ellos.
Ahora el viejo Earl se ve envuelto en problemas económicos, después de que le han hipotecado la casa y su negocio ha ido en picada, presa de las nuevas formas de venta a través de internet, mercado al que siempre fue renuente y menospreció.
Un personaje (bastante banal) se le acerca y le propone transportar paquetes para un cartel Mexicano, es así que la historia comienza y Earl Stone se convierte en La Mula.
La cinta aborda diferentes situaciones que nos llevan desde la tensión y momentos graciosos para los que Eastwood se pinta solo, hasta un entorno de soledad e intento de redención por parte del protagonista.
En honor a la verdad, dista mucho de ser una gran película, y es que, aunque Clint sea entrañable y llene por si solo la pantalla, el reparto le queda corto, incluyendo a Bradley Cooper , quién en el papel del detective encargado de la investigación del cartel para el que ahora trabaja Earl, debería ser quién meta presión al veterano y dificulte su trabajo, sin embargo aparece muy poco tiempo a cuadro, sin representar mayor peso para el desarrollo de la trama.
En general, la película es buena, digna de Clint Eastwood, para cerrar su carrera como actor, si es que así lo decide.
Los momentos reflexivos, la fuerza del amor de la familia y la gracia “involuntaria” de un viejo temerario que busca sobrevivir en un nuevo y peligroso estilo de vida, hacen que valga la pena visitar las salas de cine este fin de semana.