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RESEÑA: Ricki and The Flash

Por Círculo Postal

Vamos a realizar un pequeño ejercicio, piensa en cualquier menú de una fonda de comida, añade un filtro de Instagram y Kaboom! Platillo de restaurante gourmetlo mismo pasa con Meryl Streep en el cine.

Con Ricki and the Flash, Meryl Streep nos comprueba (una vez más) que es la actriz más camaleónica que puede existir, pues en esta película logra trascender con su guitarra y una actitud rebelde e irresponsable.

La historia es una trama muy simple y predecible, y hasta cierto punto forzada para ser musical, Ricki (Meryl Streep) es la voz de The Flash, un grupo de rock que canta covers en un bar que reúne a adultos y jóvenes. Ricki está ahí porque es su sueño, y nada más. Sin embargo, su pasado le llama para volver con la familia que abandonó hace años en la búsqueda de ser una rockstar. La cantante se ve forzada a volver a donde su hija (quien además es la hija real de Meryl), para ayudarla a salir de la depresión de su reciente separación nupcial. Y seguro ya sabes en qué termina todo.

Lo interesante, como ya dije, de Ricki and the Flash es como Streep se enfunda en cada papel y nos hace sentir que esa es su verdadera personalidad, que así podemos verla en la calle, y en ningún momento dudamos de que tenga en la sangre las letras de U2 y Bruce Springfield. La unión real con Gummer hace que la relación madre-hija sea aún más creíble en la pantalla grande y el mensaje final es tal vez una analogía al éxito de cada persona. Los covers que hace la banda en Ricki and The Flash se escuchan muy bien montados y la voz de Meryl hacen que valga mucho la pena los pocos segundos que aparecen de algunas canciones actuales.

Sin embargo, no es una película que aporte la novedad al cine. Es una comedia relajada y que vale la pena ver sólo por Meryl Streep y su hija Gummer, quienes mantienen al espectador encantado con sus actuaciones, ¡Bravo a las dos!

Veredicto 7.5/10 

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