Meta, la empresa dirigida por Mark Zuckerberg y responsable de Facebook e Instagram, ha decidido prescindir de los verificadores de datos independientes, siguiendo un camino similar al que adoptó X (anteriormente Twitter) tras ser adquirida por Elon Musk. Este movimiento introduce un nuevo sistema de «notas comunitarias», en el cual los usuarios serán quienes añadan contexto y evalúen la veracidad de las publicaciones.
Un cambio de rumbo en la moderación de contenido
En un video publicado junto a una entrada en el blog oficial de Meta, Zuckerberg argumentó que los moderadores de datos que la empresa había contratado resultaron ser «demasiado tendenciosos políticamente». Según él, este cambio responde a la necesidad de «volver a nuestras raíces en torno a la libertad de expresión».
El programa anterior, implementado en 2016, delegaba la verificación de hechos a organizaciones independientes. Estas revisaban publicaciones sospechosas de contener desinformación y añadían etiquetas con información adicional o reducían la visibilidad de las publicaciones marcadas como inexactas. Sin embargo, Meta ahora apuesta por una estrategia más comunitaria y menos centralizada, comenzando su implementación en Estados Unidos.
¿Qué son las notas comunitarias?
Las notas comunitarias, un sistema que ya se utiliza en X, permiten que usuarios con diversos puntos de vista acuerden en conjunto comentarios o aclaraciones que añadan contexto a las publicaciones. Este enfoque, según Meta, fomenta un debate más democrático y reduce la percepción de censura que el sistema anterior podía generar.
No obstante, este cambio llega con polémica. Joel Kaplan, quien recientemente asumió el cargo de jefe de asuntos globales en Meta, calificó el programa previo como «bienintencionado» pero propenso a generar censura. A su vez, Kaplan destacó que este giro responde a las críticas sobre el impacto de la moderación en el debate político, particularmente en temas como inmigración, género e identidad de género.
Reacciones mixtas y preocupaciones sobre seguridad
El anuncio ha generado preocupación en organizaciones que luchan contra la incitación al odio y la desinformación en línea. Ava Lee, de Global Witness, denunció que este cambio parece motivado por la intención de Meta de congraciarse con el gobierno entrante de Donald Trump, algo que, según ella, puede tener consecuencias perjudiciales. «Decir que se evita la ‘censura’ es una maniobra política para eludir la responsabilidad por el odio y la desinformación que estas plataformas fomentan», afirmó.
Desde el Reino Unido, Ian Russell, presidente de la Fundación Molly Rose, expresó inquietud por el impacto de estas nuevas políticas en la seguridad de los usuarios más vulnerables, especialmente jóvenes y niños. “Estamos evaluando el alcance de estas medidas, que podrían afectar la moderación de contenido relacionado con suicidio, autolesiones y depresión”, declaró.
Un contexto político y empresarial en evolución
Este cambio de Meta no puede entenderse fuera del contexto político. Donald Trump, quien anteriormente criticó a Facebook calificándolo como «enemigo del pueblo», ha tenido recientemente encuentros más cordiales con Zuckerberg, incluyendo una cena en Mar-a-Lago y una donación de Meta de un millón de dólares para la ceremonia de investidura del expresidente.
Además, la decisión de reemplazar a Nick Clegg por Joel Kaplan en la dirección de asuntos globales de Meta refleja un viraje hacia prioridades políticas más alineadas con la libertad de expresión como eje central.
Kate Klonick, profesora de Derecho en la Universidad St John’s, comentó que estos movimientos subrayan una tendencia que parecía inevitable desde que Elon Musk adquirió X. «Estamos viendo un giro radical hacia una gobernanza privada de la libertad de expresión, cada vez más politizada», señaló.
¿Un paso adelante o un retroceso?
Mientras las empresas tecnológicas navegan por el delicado equilibrio entre libertad de expresión y responsabilidad social, Meta apuesta por un enfoque descentralizado. Sin embargo, este movimiento, aunque busca reducir la percepción de censura, enfrenta críticas por el potencial impacto en la seguridad de los usuarios y el riesgo de fomentar la desinformación. El tiempo dirá si las notas comunitarias logran generar un ecosistema más transparente y democrático, o si, como temen algunos expertos, exacerban los problemas que intentan resolver.