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THIS IS: Atrapa un bolso de aves

Por Círculo Postal

… Se apropian de un testigo fiel que guarde todas sus historias y secretos, un testigo sujeto a su mano, donde ellas depositen lo necesario para dejar de ser ellas el objeto.

Ella, de falda amplia por debajo de la rodilla y un manto que la cubre en verano del incandescente sol de la montaña,  camina siempre tras sus pasos  como una sombra inquieta, con la mirada  baja, sus ojos  tímidos solo se atreven a mirar las líneas que cuenta de manera impaciente  sobre la banqueta tapizada de tabiques y moho;  sus manos que aparentan movimientos libres sujetan el viento para sentir que aún vive. Él, de mirada altiva y paso apresurado, habla sin hablar, grita sin escuchar los murmullos; si ella necesita algo y él lo aprueba, entonces sacará unas cuantas monedas  del bolso de piel que cuelga en diagonal sobre su hombro altivo y desafiante, ella pone la mano que mira al cielo, esperando lo que él quiera darle.

 

¿Qué tanto nos representan los objetos que portamos? ¿Qué tanto dicen, de nuestros miedos , dependencia o libertades ganadas? Un simple objeto deja de ser simple  cuando revisas que hay detrás de el, en el, o dentro de él.

 

Chanel 2.55, Louis Vuitton Speddy, Gucci´s Jackie O., Hermes Birkin;  al hombro, en diagonal o sin ella, con asas de piel puestas sobre el brazo  o sujetadas  de manera firme con los dedos que aprietan de manera decidida un símbolo de poder  y emancipación, han acompañado durante décadas a las mujeres del convulsionado siglo XX, donde sus  objetos del día a día  dentro de ellos les recuerdan  que los bolsos son los objetos y no ellas, bolsos que aparecen para satisfacer la necesidad al estar ya  sin el otro, artículos que necesitaron  al asumirse independientes y tomar el mundo, las calles, finalmente solas.

La moda y sus segmentos de mercado tan aficionada a dividir en grupos y sectores, nos dirá, y  nos guste o no encierra en sus caprichosos argumentos cierta verdad, que características de personalidad o estilo de vida  diferenciarán quien porte un Chanel 2.55,  un Louis Vuitton  Speddy, o un bolso encontrado en el bazar de la esquina  de marca local y artesanal, serán atribuidos elementos de estilo, actitud ante la vida, gustos, aficiones, y los más osados hablarán de filosofías de vida, sin embargo en conjunto los bolsos contarán  en su mayoría  historias  de independencias, del derecho de libertades e intimidad, del fin de una era, de esa  de los bolsos del hombre que guarda los objetos de “su” mujer.

Es aquí donde lo superficial se convierte en algo profundo, es en esta línea donde los objetos con los que adornamos nuestros cuerpos, vestimos o usamos de manera  cotidiana como un bolso comunican una historia, hablan del quien lo porta, encierran años, tal vez décadas de sueños, libertades ganadas y en el caso del bolso femenino hablan muy probablemente  de emancipación. Las mujeres del siglo XX comienzan a salir solas, logran libertades y  le ponen fin de manera enérgica a la dependencia, se apropian de un testigo fiel que guarde sus historias y secretos, un testigo que quede sujeto a su mano donde ellas depositan lo necesario para dejar de ser ellas el objeto.

Si hubiera un posdata en este escrito diré que es pretencioso decir “las mujeres” como una totalidad, ya que hay historias del siglo actual donde la emancipación es solo un sueño…

  1. Nuestra protagonista mueve de manera firme su falda amplia, sus ojos incorporan la luz del atardecer, Chanel no le representa nada, lo asocia quizá con un nombre propio, lejano; hoy se siente diferente, hoy es diferente, no parece la sombra de nadie, de su cuello sobre su pecho cuelga un pequeño morral tapizado de chaquira de figuras de ave, lleva dentro de el la venta que hoy hizo  en el  mercado, y un pequeño silbato color índigo que compró  para dar al pequeño que le espera a comer, sacó las monedas de su diminuto bolso de aves y se lo ha pagado al viejo  Ezequiel;  no entiende porque, sin embargo siente el viento de la montaña que despeinan su cabello, nadie camina delante de ella, hoy sonríe y  por alguna razón  sujeta con fuerza esas aves de chaquiras  que golpean de manera incesante a cada paso su pecho.

 

 

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