Bloggers, editores, fashionistas, diseñadores, “gurús” de la moda y quien pretende serlo, nos colocan en esa posición del deber ser y el no ser, el usar y dejarlo fuera, construyen un camino el cual debiéramos recorrer, lo in y lo out, se plantea una sociedad excluyente…
Donde las líneas trazadas dejarán en claro quien “ES” y quien no, alineando a los “sujetos” a modelos de vidas prefabricados, algunas veces estructurados de manera mediática haciendo eficientes los procesos de la venta de un producto.
Tuve un sueño; de túnicas guinda caminábamos en silencio, nuestros ojos se dirigían a ese punto, el único punto que se nos tenía permitido ver, el viento chocaba en nuestras cabezas rapadas, ser hombre o mujer no se nos estaba permitido, las curvas se ocultaban en esa tela áspera, a los sentimientos y el deseo no se les permitía el color rojo, ni a la libertad el blanco, inexistentes con la señal en la frente nos dirigíamos a ese abismo, donde uno a uno caería sin cuestionar, el papel desgastado de revistas e ideologías del último siglo que conoció la humanidad se mezclaban a cada paso con el fango, veo esas fotografías de Naomi, de Moss, de Cara Delevingne, convertirse en cenizas; un grito dantesco se apropia de mis oídos, alguien que solía conocer es expulsado del camino, impensable, intolerable lo que ha hecho, lleva puestos esos calcetines blancos en los zapatos negros. Han borrado nuestros nombres, me han llamado por el código que ahora tengo, se aproxima a mi ese caballo con gafas negras y me toma con esa mano de ojos.
Ese amigo mío decidió ser mujer, y eligió vestirse de un “tipo” de mujer, tiene ese atuendo total look deanimal print que usa algunas noches de sábado, ese look, en sus revistas de moda tienen una crucecita, como una tacha escolar a manera de crítica, me pregunto si hay algo de simbólico con que esas revistas estén apiladas en su cuarto de baño. Es impensable estandarizar a la humanidad en una personalidad, asignar a una sola voz el poder de dirigir una identidad traducida en la indumentaria, es justamente en la diversidad donde la cultura se enriquece, se retroalimenta, tras cada personaje ajeno y probablemente lejano a nuestros gustos estéticos se encierra un mundo de ideas, de maneras de pensar, de maneras de entender el mundo, de sentir y de experimentar; colocarlo en la estandarización y forzarle o ello o excluirle en un out (y solo por sentir que se tiene el poder de hacerlo), incluso en el sentido práctico resulta contradictorio si en la moda entendemos los segmentos de mercado, y en un sentido más romántico resulta aplastante y carente de sentido en una sociedad que aboga por las libertades y la diversidad como elementos claves en el desarrollo de la humanidad.
Parafraseando a alguien importante por lo menos para mí, hay mayor importancia y trascendencia en el estilo que en la moda, el estilo es algo personal, algo que no se dicta y no se apropia por seguir reglas estáticas, el estilo respeta el gusto y la identidad de cada uno, elimina el nuevo color, la nueva tendencia se acepta de manera más consciente, mas apegada al “tú mismo”.
Ya estoy despierto, esa mano en el sueño se tradujo en un rayo de luz por mi ventana, acompañado del buenos días y un apretón en mi brazo por quien toma en las calles mi mano desde hace meses; hay algo de ruido en la calle, tropiezo con ese libro de Dante y me pongo los jeans desgastados, asomo a la ventana y veo una multitud, es domingo y todos se dirigen de manera apresurada hacia el mismo punto, todos van de jeans desgastados, tallo mis ojos, me pregunto si sigo dormido y que tan libre fui al elegir mi jeans desgastado y esa playera guinda que esta sobre el piso, ese guinda que es el “nuevo negro”… ¿de verdad es la industria de la moda ese ente omnipresente que se vislumbra en Devil wears Prada?… quizá aquí, el tema de otro This is…
1 comentario
At the end of the 18th century, flower tables grew to become part
of the salons.