El ganador del Grammy inició su actuación con una explosión de energía al interpretar una combinación de sus éxitos, comenzando con “Caught Up”. Acompañado de una impresionante coreografía y un despliegue de talento, Usher transportó al público a su icónica residencia en Las Vegas, creando un ambiente que bien podría compararse con el espectáculo de un circo moderno.
La emoción no cesó cuando Usher dio paso a Alicia Keys, quien desl
umbró con su interpretación de “If I Ain’t Got You”, culminando en un inolvidable dúo con Usher en “My Boo”.
La noche también incluyó un tributo a la ciudad de Atlanta, con la participación del renombrado productor Jermaine Dupri y los himnos como “Confessions”, “Let It Burn” y “U Got It Bad”. La entrega de Usher no conoció límites, incluso llegando a quitarse la camisa, dejando al público extasiado.
La actuación alcanzó su punto álgido cuando H.E.R. se unió a Usher en el escenario, aportando su talento en la guitarra para acompañar el éxito “Bad Girl”. La sorpresa llegó cuando Usher se puso sus patines y se lanzó a una espectacular rutina, mientras Lil Jon animaba con su clásico grito de “Turn Down For What?”.
El broche de oro fue la aparición del rapero Ludacris en “Yeah!”, donde sus rimas característicamente potentes resonaron en el estadio.
En una entrevista previa, Usher expresó su emoción por este momento único en su carrera, destacando el significado detrás de cada canción y la oportunidad de unir al mundo a través de la música y el baile. Esta actuación también sirvió como un homenaje a su exitosa residencia en Las Vegas, donde durante un mes deslumbró a los espectadores con su talento incomparable.
Con su actuación en el Super Bowl LVII, Usher demostró una vez más por qué es una leyenda de la industria musical, dejando una marca imborrable en la historia del evento deportivo más grande del año.